jueves, 21 de noviembre de 2013

Os propongo un juego.



MEMORIAS DE MASHA PETROVA


Primero he de presentaros a Masha Petrova, o mejor os presento la primera y única página que conservamos de sus memorias ( el resto no se conserva en lugar alguno porque aún no se han escrito):



Vuelvo a volcar el texto por si los que han llegado hasta aquí han encontrado alguna dificultad en leerlo tal y como lo escribió Masha.


Prólogo: Antes que nada quería pedir disculpas por esta maquina de escribir que cambia de tipografías con la misma rapidez que se modifica mi estado de ánimo ( cursivo en éste momento).

Mi nombre, al parecer, es Masha Petrova y nací , tal y como mi madre había previsto, a la temprana edad de una décima de segundo. Esto sucedía un treinta y seis o treinta y siete de septiembre o mayo de un año más frío de lo habitual o más cálido de lo normal en una pequeña localidad,de cuyo nombre no puedo acordarme, cercana a San Petersburgo . Mientras mi madre se debatía entre  llamarme Masha o Carmela, mi padre practicaba una partitura de acordes imposibles en las desvencijadas teclas de un piano de cola ( gran historia la de éste piano que se merece sus memorias propias).  Ahí, mientras la ilustre Lena Voldova (mi madre ) seguía deliberando consigo misma sobre que nombre habría yo de llevar el resto de mi vida ( aún conserva  la duda) y acunada por la melodía de mi padre, empezó todo…

Llegados a este punto: Propongo escribir la segunda y tal vez la tercera, cuarta y undécimo sexta página de las memorias de la singular, fulgurante, sin par e internacional pianista desconocida por todos, excepto por sus familiares más cercanos, Masha Petrova.

¿ Cómo?. Pues esa es una buena pregunta que también me estoy haciendo yo en este mismo momento. 

Cuando alguien me pregunta cómo nace un personaje no sé muy bien que responder, lo cierto es que nacen y antes de que te des cuenta tienen vida propia. Pues bien, encontremos las aventuras de Masha. Pinceladas, anécdotas, amores, desamores, viajes… Ahora mismo yo se de ella lo mismo que los que estáis leyendo estas palabras. La única condición es no extenderse más de ¿ quince lineas?, quien dice quince dice diecisiete, pero no más para que sea fluido ¿ os parece?.

Aquí está esta invitación a un folio en blanco. Luego, si os animáis a participar podemos ver como seguir. Quizá se traté de elegir cuál es la mejor continuación a éste principio. Yo, a los pinceles ilustraré la segunda página de estas memorias. Y si funciona y aparecéis por aquí, ilustraré el resto de las memorias tal y como vayan desarrollándose. 

En fin, ¿ Alguien se atreve?. Aquí dejó la pluma y el papel.


2 comentarios:

  1. Os juro que si alguien tuvo la culpa de todo lo que vino después, ese fue Amadeus. Mi papá atacaba su piano con gran ímpetu y precisión, pero yo solo sentía diez lobitos bailando sobre el hielo quebradizo de las teclas, que me llamaban a jugar con ellos. ¿Y quién era yo para despreciar la llamada de la música? Yo giraba mi cabecita y estiraba los brazos como si fuera un chicle que quisiera pegarse en la parte inferior del teclado. Mi madre, que lo que quería era que yo me pegara a sus pechos, le dijo a mi padre:
    - Iván Petrovich Petrov, ¿qué estás tocando, que la niña no deja de danzar?
    - Es la Marcha Turca de Wolfgang Amadeus Mozart.
    - ¡Masha! – fue la primera palabra que dije. Y con Masha me quedé. Fue una suerte que no se me ocurriera decir Turca, ni Wolfgang, ni Mozart.
    Y antes de que a mis progenitores se les pasara la sorpresa, ya había logrado tocar con mis deditos de espagueti los sonrientes dientes del piano, acompañando la melodía de mi padre. O quizá debería decir que fue la melodía la que empezó a acompañarme para ya nunca más dejarme.

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  2. El dibujo ¡¡Genial!! Y la idea ... ¡¡también!!:
    ... La música comenzó a formar parte de mi. Tanto, que llegó un momento en que pensaba viendo acordes, notas, ritmo, melodía .... Y mientras recorríamos el mundo buscando 'algo más', fui descubriendo la belleza de poder crear con mis manos.

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